miércoles, 8 de octubre de 2014

Desavenencias conyugales


Vestía su traje azulón impecable para ir a misa de doce. Lo único que pensaba al embutírselo era lo impresionante y lasciva que se veía con él. No recordaba ni lo que había costado. No así su marido al que cada vez que la veía con él puesto le dolían los riñones. Pero no importaba porque ella siempre representaba su triunfo en esta vida. La esperaba ojeando una revista algo picante sin percatarse de que no recordaba la última vez que había amado a su esposa. Cuando ella llegó escondió la revista:

-¿Ya estás, amor?

-¡Calla y conduce! Nuestro matrimonio no incluye amistad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario