-¿Allí o allá? ¡Vamos, decídete!
En el arcén, con el coche torcido, él no paraba de gritarle haciendo aspavientos con los brazos.
Ella, que nunca había reaccionado bien bajo presión, paró al primero que pasaba, se subió y se marchó sola a vivir su futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario